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A continuación un espacio  de reflexión sobre mis inquietudes relacionadas al mosaico y que han comenzado a construir una nueva visión sobre el alcance de mi labor, a través de la acción comunitaria. 

Comparto estas reflexiones en su totalidad, lo que va haciendo que el relato a momentos sea caótico en tanto nace por la reflexión personal, el encuentro de algunas palabras, la conversación con un amigo, la lectura de algún libro o la revelación en sueños.

Por ahora palabras sueltas, a veces repetitivas, ideas que se abandonan y luego se encuentran, vinculaciones que van armando conceptos que irán conduciendo (espero) a una propuesta coherente de la transformación a través de la técnica del mosaico.



Para quien lea, si tiene algún comentario no dude en transmitírmelo a mi mail laborimaginaria@gmail.com

1La eterna búsqueda​
 

En el porqué hago lo que hago, para qué y cómo, he sometido mis últimas acciones al cuestionamiento de mi quehacer.
Si bien he estado haciendo lo que me gusta, el mosaico como actividad principal de mi vida, que me genera satisfacción y alegría, existe una inquietud mucho más profunda que tan solo el plano artístico.
En paralelo a ese cuestionamiento, que aún no sabía bien como conducir, comencé a interesarme por Alejandro Jodorowsky, si bien sabía de él, nunca había buscado su trabajo en libros, hasta que vi su película “La Montaña Sagrada” y aluciné con su simbolismo y crudeza sincera.  Gracias a esto empecé a leer Psicomagia, y ahí me encontré con la primera idea potente que me ha ayudado a guiar mi cuestionamiento inicial.

 

A.J. expresa como el acto en si es una actividad de transformación; como el vivir una experiencia relevante y que lleva en cierta manera a una persona al límite, genera cambios profundos en esa persona que pueden ayudarlo a mejorar su realidad e ir avanzando en procesos de sanación.
 

Tal vez esta idea no sea tan reveladora para muchos, en mi caso causó un despertar en el sentido del acto como proceso de sanación y darme cuenta que todos podemos ser en mayor o menor medida precursores de  actos de transformación.
 

¿Cuál sería este acto para mí? La respuesta inmediata está asociada a mi labor como mosaiquista, como intención que mi actividad como facilitadora del aprendizaje de la técnica y del desarrollo de intervenciones, producir actos de sanación a través de la arteterapia.
Esta conexión directa nace de la experiencia vivida en la intervención de Los Muermos (Puerto Montt)-Marzo 2013, donde tuve la posibilidad de trabajar con la comunidad en una obra desarrollada e instalada en el Centro Cultural de Los Muermos.
En esa oportunidad fueron muchos los momentos y situaciones que doy gracias que se hayan producido, enriqueciendo el trabajo colectivo, la experiencia de cada uno de los que participo y los vínculos que ahí emergieron:


+ Ver como las personas se comprometieron a un trabajo (porque es preciso decir que se producía de 9.00 a 21.00 hrs ), que no significaba una remuneración para ellos, sólo participar para mejorar un espacio en su comuna.


+ Las relaciones e interacciones que se producían entre niños, jóvenes, adultos, abuelos, hombres, mujeres. 
Debido a que es una actividad que no tiene muchas limitaciones para ser realizada, participaban diversas personas en un espacio en que podían relacionarse, reconociéndose entre ellas, valorándose, intercambiando ideas, apoyándose en la actividad, enseñándose unos a otros y pensando en nuevas iniciativas para realizar en conjunto.



 

+ El intercambio de saberes producido gracias a los espacios de conversación.



 

+ La capacitación como grupo de una técnica también genera un vínculo en el saber, en un oficio en el que se reconocen, comparten y vinculan.



 

+ El realizar intervenciones en su espacio público también hace que las personas se identifiquen con su entorno urbano, respetándolo y cuidándolo.



 

+ La actividad artística, permite que cada uno expanda su creatividad y entrar a procesos de autosanación a través del trabajo de la expresión y emocionalidad en la obra.



 

Siendo consciente de lo descrito anteriormente, me aventuro a pensar que a través de una actividad de este tipo se puede producir arteterapia, pero en este caso lo que me llama la atención no proviene desde una perspectiva de sanación personal, que por supuesto que se dan procesos de sanación, si no desde una visión grupal, de sanación de la comunidad, de curación comunitaria.

 

Pero, ¿Qué es la sanación comunitaria? O antes, ¿Qué es la sanación? Aunque es un concepto que debería poder definir rápidamente, me doy cuenta que no es tan fácil de contestar. Pienso en mi como individuo, pero no quiero hablar de individuo, quiero hablar de la comunidad, y para poder encontrar mi primer acercamiento, veo a la comunidad como un organismo, una consciencia, y como organismo puede enfermar y como consciencia estar desvinculada. Entonces si estoy en medio de un proceso de sanación de una “comunidad enferma”, ¿qué es lo que se puede curar?.



2La unidad de la unidad



Esa idea me quedo dando vuelta desde ayer que tuve un sueño


Sueño: me encontraba en un lugar desértico y estaba con varias personas pero sólo recuerdo que estaba con mi hermana, y ella me decía que nos teníamos que ir porque el grupo ya se estaba yendo, era como un tour, y yo comienzo a ver brillos entre la arena y al acercarme me doy cuenta de que son piedras semipreciosas, sin pulir, como piedras rotas que al estar partidas dejaban ver el tesoro de color que albergaban. Recogí algunas que alcancé a ver y podía tomar, porque estaba tan maravillada y confundida que no sabía si las podía tomar, sentía que pertenecían a ese lugar. Luego me voy con mi hermana.
Después aparezco sola como en un baño, sentía que venía recién despertando y al limpiarme los ojos, del ojo derecho  saco una bolita de greda de cómo 5mm de diámetro muy bien formada, la tomo entre los dedos, la miro y tiene un hoyito en el centro por el que se lograba ver.



Fuera del gran el sentido contenido en el sueño, me quedo con el círculo, la unidad, y dentro de él otro círculo, siendo la unidad dentro de la unidad, y buscando sobre la unidad no podría sino haberme encontrado con lo siguiente (no conozco la autoría):


“La unidad es armonía entre las personas de un grupo. La unidad se mantiene al concentrar energía y dirigir el pensamiento, al aceptar y apreciar el valor de la rica indumentaria de los participantes y la contribución única que cada uno puede hacer y al permanecer leal no sólo el uno al otro sino también a la tarea.

La unidad se construye a partir de una visión compartida, una esperanza anhelada, un fin altruista o una causa para el bien común. La unidad da sustento, fuerza y valor para hacer que lo imposible se haga posible. Junto con la determinación y el compromiso, la unidad hace que la tarea más difícil parezca fácil.
La estabilidad de la unidad proviene del espíritu de igualdad e identidad, de los valores nobles personificados en los principios universales fundamentales. La grandeza de la unidad es que se respeta a todos. La unidad crea la experiencia de cooperación, aumenta el fervor y el entusiasmo por la tarea y hace que el ambiente sea poderoso y facilitador.”


No me parece extraño que las ideas  que van a ir construyendo mi discurso van a ir apareciendo de ese modo.
De forma clara el mosaico, para poder ser resuelto, requiere que estemos en nuestro centro. A esto no me refiero a que uno esté feliz haciéndolo necesariamente, pero si establecer un estado de concentración y conciencia sobre el trabajo, estando presente para tratar con amabilidad las piezas y sus cortes. Si está desconcentrado, no conectado con la situación, la calidad disminuirá notablemente debido al oficio, las piezas pueden no quedar bien pegadas y es posible que se produzcan heridas en la ejecución. Un grupo, en la realización de un mosaico no puede estar compuesto por individuos desconectados, la actividad en sí promueve encontrar un punto en que la mente y el espíritu se encuentran en el trabajo, y es así como al trabajar varias personas en un mismo proyecto de mosaico se tienen que igualar para que el resultado sea compartido por todos y quien participó se sienta feliz y realizado.
En parte por esto último se genera el espacio de interacción entre los participantes, por la necesidad de realizar el trabajo de forma armónica, que ayuda a conocer al otro y reconocer   sus habilidades y cualidades, cooperar y compartir diversos saberes.
Luego esta unidad que se va generando, ayuda a que este grupo también sea un organismo en sí mismo, en tanto conciencia generada en este espacio colectivo, que se ha ido cargando de la energía que cada uno aporta a esta nueva unidad-espíritu.
También se encuentra el espacio personal al que cada uno se enfrenta en el trabajo, como se va adaptando el cuerpo y la mente en la actividad. El cuerpo al desgaste de las manos, al polvo, a las herramientas; la mente al tener que concentrarse, como dejamos de lado lo que nos preocupa para enfocarnos en la tarea, dejar pasar y estar.
Son varios los elementos en los que nos sometemos al hacer mosaico, pero cuando es realizado en comunidad, la técnica es transformada en una actividad de sanación. El espíritu del organismo, que somos todos, se llena de las energías de la cooperación, del trabajo, de la alegría, de la conversación, de las risas, de creatividad, que van ayudando a tener una comunidad más unida y capaz de desarrollar soluciones en conjunto.







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